Los estudiosos de las ciencias
económicas, en particular quienes estudian la economía del bienestar y
que la relacionan con las ciencias ambientales, consideren a la degradación
ambiental como un caso particular del "fracaso del mercado". Tal
degradación es una señal de que el ambiente tiende a no ser usado en una forma
óptima. Esto es, no se hace el mejor uso de sus funciones (pearce 1985).
Estas funciones o servicios "consisten en la provisión de bienes
materiales tales como un panorama hermoso, la provisión de recursos naturales
que se usan para crear bienes económicos y la provisión de un resumidero en el
que pueden echarse los subproductos inevitables de la actividad
económica".
Visto de otro modo, los servicios
ambientales se entienden como el conjunto de condiciones y procesos naturales
que ofrecen los ecosistemas por el hecho de existir y que la sociedad puede
utilizar para su beneficio. Entre estos servicios se pueden mencionar algunos
como la conservación de la biodiversidad el mantenimiento de germoplasma,
la estabilidad climática, la conservación de ciclos biológicos y el
valor derivado de su belleza y significado cultural (Sajurjo, 2001). Aunque
estas funciones y servicios del ambiente no se venden en el mercado, la
asignación de un precio podría ser o no óptimo; lo cierto es que el
"precio efectivo de cero" no lo es.
Lo anterior, explica Pearce 1985,
permite de inmediato tratar los problemas ambientales como problemas de la
determinación no óptima de los precios, tarea que se aborda mediante la teoría
del valor económico total (VET), Este VET se compone de este modo; valores de
uso pasivo y de uso activo. Los valores de uso pasivo se subdividen, a su vez,
en valores de herencia y de existencia, mientras que los valores de uso
activo se deriva el valor de opción. Los valores de uso presente se
subdividen en valores de uso directo y valores de uso indirecto.